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Tanto Cossa como Monti definieron sus búsquedas expresivas juveniles como autores de teatro. Roberto M. Cossa (1934) se inicia con una obra clave de la década del sesenta: Nuestro fin de semana, estrenada en 1964. Los días de Julián Bisbal (1966), La ñata contra el libro, La pata de la sota (ambas de 1967) y Tute cabrero (1981) fueron adentrándose en esa clase media argentina cercada por los pequeños anhelos y las dolorosas frustraciones a través de un nuevo realismo que se transfigura en grotesco en La Nona (1977) y sobre todo El viejo criado, estrenada en 1980, irónica metáfora de la mitificación de lo porteño, del tango y el café, en el cual la interminablemente recomenzada partida de truco enmascara el drama de la incomunicación y la alienación. Marathon, a la vez que indica una realidad porteña, los populares campeonatos de baile de los años treinta, se carga de tensiones y símbolos en una atmósfera extrañada que roza la alucinación y la pesadilla. Una noche del señor Magnus & hijos de 1970, Historia tendenciosa de la clase media argentina… (1971) y Visita (1977) completan hasta hoy la brillante producción de Monti. La Biblioteca argentina fundamental cierra su revisión del teatro argentino con dos obras que pueden ser consideradas entre las más importantes del teatro argentino actual, elección que convalida Argentores al otorgar los premios correspondientes a los estrenos de autores nacionales en 1980.