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Nacido con el arte funerario egipcio, iremos viendo la irregular evolución de este género hasta que alcance su pleno desarrollo durante el Renacimiento europeo. Como expresión del poder encarnado en el hombre, como instrumento de propaganda religiosa y política, como medio de conservar o de idealizar el recuerdo de un rostro, como soporte de una experiencia plástica, el arte del retrato va evolucionando según la concepción que cada época se hace del papel de la imagen y del individuo en la sociedad.
Todos los pintores, mayores y menores, han dejado muestra de este arte, y algunos, como Fouquet, Van Eyck, Leonardo, Durero, el Greco, Tiziano, Velázquez, Rembrandt o Goya, le han consagrado lo mejor de su genio.
En esta obra -primera historia del retrato y primer estudio de un género artístico visto como fenómeno social y cultural- Galienne y Pierre Francastel suman al juicio del crítico y del historiador del arte la experiencia del sociólogo y la reflexión del moralista.