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No me mueven el piso. Me lo arrancan. Es lo más semejante a la codicia. Y no es codicia. Podría confundirse con la envidia. Y sin embargo, no se le parece… ¡Todo es valor y precio! Mientras les besé el culo supieron ser gentiles. ¿Qué soy? Un día me dije. Soy el bufón del rey. ¿Mañana que seré? ¡Seré la calavera del bufón! Debajo de esta carne está su herencia. ¡Cámpora! Voy a morir.¿Qué tal si el par de alas que escondes en tu espalda los despliegas en tu cabeza? No hablo de aceptación. Hablo de opciones. Si has elegido al lobo no sueñes con la estufa. Es ese el precio. ¿Y a cambio qué? Pequeñas libertades. Por ejemplo, gritar: Señores funcionarios, productores, popes de la cultura, senadores, Excelso Presidente… (Se toma los genitales) Este pedazo es vuestro. ¡Chupenla bien chupada! (Transición) Es infinito el tiempo que se gana cuando una ha dedicado no ponerse en la cola. ¡Ya ves! Se teme al lobo porque no es gobernable. ¡Al lobo se lo aísla! Claro, supe hacer mi función ¡Cantar Aurora! Pero si firmas algo lo estás firmando todo. Hay quién vive con eso. Y vive bien. Conoces el país: Es débil de memoria con los cómplices. Cena al chivo expiatorio y eso le calma el hambre. ¡Y lo llama Justicia!
El himno, Discorsi sopra l’ultima deca di Tito Cossiga
(Acto I, Escena IV)