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La valoración de Pedro Calderón de la Barca en el panorama de la dramaturgia europea del Barroco ha alcanzado un intenso impulso en los últimos años y se ha acrecentado más recientemente, en el 2000, con motivo del IVº centenario de su nacimiento, en el que se publicaron volúmenes colectivos, se realizaron congresos internacionales, y las compañías teatrales se prodigaron en montajes escénicos de algunas de sus obras más conocidas.
Todos estos esfuerzos conmemorativos han fecundado la imagen de un dramaturgo, de un creador de conflictivo perfil, que cifra la arquitectura de su dramaturgia en la potencialidad de sus mundos escénicos construidos sobre el magistral dominio del lenguaje en tanto sistema ordenador del universo racional.
Los trabajos reunidos en este libro intentan mostrar las posibles lecturas y los diversos modos con que en el teatro de Calderón se dramatiza la Historia, entendida como memoria y lección, como búsqueda de modelos ejemplares y como entramado de voces que se instauran en el espacio del tablado para hablarnos sobre conflictos políticos, éticos y sociales capaces de activar desde el pasado lo que en el presente se refleja en el espejo que duplica y complica la perspectiva existencial. Si -tal como señala Evangelina Rodríguez Cuadros- “sentido y sentimiento” es la dialéctica que estructura la tragedia calderoniana, el viaje de ida y vuelta del ayer al hoy supone una aventura digna de ser experimentada por aquellos lectores interesados en el teatro y en los autores clásicos.
A este desafío del tiempo se refiere Francisco Ruiz Ramón cuando propone: “Como autor clásico, al igual que Shakespeare o Molière, Calderón, en los umbrales del siglo XXI, no va a tener más remedio ni más opción que ser otra vez, como siempre le sucede al clásico, un autor en busca de público, es decir un autor contemporáneo”.