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Una de las motivaciones del teatro moderno es el ímpetu de rebelión proyectado por dramaturgos tan relevantes como Ibsen, Strindberg, Chejov, Shaw, Brecht, Pirandello, O’Neill y Genet. Robert Brustein bucea en la naturaleza de su rebelión, en los métodos empleados en sus obras, en sus implicancias en el drama moderno y en la personalidad de cada autor. La rebeldía se dirige contra las estereotipadas tendencias de la época, contra las gastadas e inútiles ideas existentes en arte y literatura, aceptadas por la sociedad burguesa, aunque el propósito no es sólo fustigar a la sociedad, si no a Dios, al universo, a la existencia misma. “El drama moderno -escribe Brustein- ha sido hasta ahora estudiado ampliamente desde el punto de vista del estilo como una manifestación de realismo, naturalismo, simbolismo, expresionismo, etcétera. Encarado como expresión de rebeldía, me propongo mostrar de qué manera todos esos ismos ocultan simplemente la unidad esencial del movimiento, entendiéndose por tal la conjunción de los más importantes dramaturgos modernos en cuanto a actitudes y puntos de ataque comunes”.
En este libro Brustein intenta definir los orígenes y el desarrollo de un consciente movimiento romántico, refiriéndolo a nuestras vidas, a nuestro diario acontecer.