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EspañaPoe más que pueda parecer paradójico, los años de formación de Gandhi son bastante misteriosos, pese a que a ningún personaje histórico del siglo XX se le hayan dedicado más biografías. La razón de esta incertidumbre estriba en que todas éstas siguen dependiendo, para los años anteriores a 1915, de las obras autobiográficas, escritas las más de las veces desde la cárcel, sin soportes documentales e intentando alejarse de las interpretaciones “cristianas” de su pensamiento, para subrayar, por contra, el aporte de la tradición hindú. Lo cual es más que comprensible: Gandhi no pretendía presentar aportes historiográficos, sino instrumentos útiles para la construcción de una nación hindú.
Pese a esto, la influencia del pensamiento occidental sobre Gandhi fue importante, por más que siga siendo incierto el peso de las dos culturas -hindú y europea- en la formación de su pensamiento o, como Gandhi prefería decir, del conjunto de sus “experiencias sobre la Verdad”. Algunos decenios más tarde, el aporte de una cultura “alternativa” europea a la India volvería a Europa a través de las páginas de Romain Rolland, gran pontífice del pacifismo de los años veinte, traductor y primer biógrafo de Gandhi en Europa. Aquí, en el período entre las dos guerras, Gandhi gozó de gran y contradictoria fortuna. En Inglaterra, si Churchill encontraba “nauseabundas” las fotografías de aquel “faquir semidesnudo”, Gandhi era aplaudido por los habitantes de Lancashire (y por pequeñas y grandes muchedumbres en todos los países atravesados, Italia incluida, en 1931), y admirado por personajes como G. B. Shaw y Charlie Chaplin.
Del prólogo de Gianni Sofri