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Demasiada dramaturgia argentina se asfixia hoy en sus propios tópicos; temas y formas se reiteran y, en la sucesión de capas de remedo, un día la ahogan. Si experimentar es el acto saludable de salir del perímetro, uno comprende a la inversa al trance malsano de aquello que queda atrapado en él.
Creadora de universos y personajes insólitos e inexplorados, la dramaturgia de Patricio Abadi es, ya solo por eso, aire fresco y vital. Experimentación pura. Desde la playa melancólica de Estadio de arena a esa extravagante sala de ensayo de Tristeza nao tem fim, pasando por la bizarrada de ese Taller mecánico.
Distinto en sus ideas, riguroso en lo poético y en lo dramático, mandado en lo escénico, Abadi es una de esas promesas tan ciertas que en cambio de esperar al tiempo para que la confirme se dedica expeditiva a cumplirse.
Mauricio Kartun